Para encontrar los orígenes
de esta película debemos remontarnos al 2008, año en el que su director el
argentino Andrés Muschietti presentaba su corto “Mama”. Con el conseguiría
llamar la atención del siempre inquieto Guillermo del Toro.
Con el director / productor
/ guionista / escritor / etc. (táchese lo que corresponda) como mecenas, Muschetti
y su hermana Barbara (ambos también responsables del guión del corto)
decidieron retomar el libreto para pulirlo y ampliarlo. El resultado es un guión
repleto de escenas reconocibles para cualquier aficionado al terror que se
precie: puertas que se abren solas, objetos que se mueven, psicólogo / doctor
curioso, sombras sospechosas, pasado traumático, incredulidad de los mayores, etc.
Dos niñas que llevaban años
desaparecidas son encontradas de forma sorprendente en un bosque, a partir de
ese momento sus tíos se harán cargo de ellas descubriendo que algo siniestro no
quiere dejarlas marchar.
Al frente del reparto
encontramos a una irreconocible Jessica Chastain (“La hora más oscura”) dando
vida a la tía de las niñas. Único personaje del relato que evoluciona durante
el metraje, pasa de rockera pasota a mamá adoptiva de las crías. Metiéndose en
la piel da la pareja de esta y tío de las crías encontramos a Nicolaj
Coster-Waldau (serie “Juego de tronos”) y dando vida a las hermanas
protagonistas encontramos a las niñas Megan Charpentier (“Resident Evil:
Venganza”) y Isabelle Nélisse.
¿A que no sabéis quien
interpreta a la mama del título? Exacto amigos el omnipresente Javier Botet
(“Las brujas de Zugarramurdi”) bajo kilos y kilos de maquillaje.
El gran error de esta
película es que ha sido publicitada como una cinta de terror, cuando en
realidad en ningún momento consigue asustarnos. Sus responsables han preferido
más sugerir que mostrar, pero sin mucho acierto ya que los supuestos sustos que
pueblan todo el metraje no sorprenden. La mayor parte de los mismos se ven venir
y son ya viejos conocidos del género.
Destacar la increíble labor
del departamento de efectos especiales, con la única excepción de la escena
final. Donde se nota en demasía lo digital del escenario, han querido darle un
aspecto tan pictórico que os sorprenderá lo falso que resulta.
Desde el final de la notable
“Mientras duermes” una película no me había dejado con tan mal cuerpo, al igual
que en aquella el final resulta sobrecogedor.
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