En 2006 el director mexicano
Alfonso Cuarón nos presentaba “Hijos de los hombres”, una de las mejores
películas de ciencia ficción de la última década. Hemos tenido que esperar siete
largos años para que el nuevo proyecto de este oriundo de Mexico DF viera la
luz.
Como ha ocurrido en casi
todos sus anteriores largometrajes el guión viene firmado el propio Cuarón,
aunque es esta ocasión con la ayuda de su hijo Jonás Cuarón. Un guión donde se
dan la mano el drama familiar, el miedo a la soledad, el cine de catástrofes,
la supervivencia, "Destino final" (jajaja) y algunos toques metafísicos.
Durante una misión espacial
para reparar un satélite, dos astronautas sufren un grave accidente quedando
estos flotando a la deriva por el espacio.
Para este nuevo largometraje
(supongo que por aquello de asegurarse la taquilla) ha decidido contar con dos
grandes estrellas del panorama cinematográfico mundial, George Clooney y Sandra
Bullock, para interpretar a la pareja protagonista. Siendo ellos los únicos a los que vemos en
pantalla durante sus escuetos 90 minutos, ya que del resto solo oímos sus
voces. Sandra Bullock esta impresionante llevando en su totalidad el peso de la
cinta, labor por la que recibió una merecida nominación a actriz principal.
Premio que finalmente le arrebataría Cate Blanchett por “Blue Jasmine”.
De entre las pocas voces que
escuchamos durante el metraje destaca la de Ed Harris (“Dolor y dinero”),
siendo este al que oímos desde el cuartel general de la misión en Houston (¿guiño
a su papel en “Apolo 13”?).
La película donde realmente
se merece un sobresaliente es en su apartado visual, esto debemos agradecérselo
a la gran labor de su director de fotografía, el también mexicano Emmanuel
Lubezki (habitual en la filmografía de Cuarón). Impresionantes esas imágenes de
la Tierra en todo su esplendor con el ser humano empequeñecido ante tal inmensidad.
Labor que meritoriamente le ha valido un Oscar por su fenomenal trabajo
Para el final dejo ese tan a
priori “alucinante” 3D, que dejo tan gratamente sorprendido al mismísimo James
Cameron. Siendo sinceros en ningún momento da la sensación de que fuera rodada en
tal formato, más bien parece una mala conversión de esas a las que nos tienen
tan acostumbrados últimamente. No os perderéis gran cosa si la veis en formato
normal.
La serie de infortunios que le
van ocurriendo a los protagonistas durante el metraje (más propios de un
videojuego) terminaran por provocaros más de una sonrisa de incredulidad.
A pesar de su corta duración
(y eso que le sobran unos 20 minutos), la película va perdiendo interés según
va avanzando el metraje ya que se echa en falta algo más de garra y ritmo en la
narración. Dando como resultado una insulsa y vacía cinta que se queda en un
quiero pero no puedo y que podía haber sido mejor película si su director
hubiera sido un poco más valiente y hubiera apostado por un final más crudo (esbozado
en algunas escenas) que el finalmente utilizado.
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